El té es una bebida que ha despertado mi curiosidad y fascinación a lo largo de los años, y siempre me ha llevado a cuestionarme: ¿qué es lo que tanto me atrae de él? No fue hasta que decidí adentrarme en su rico y complejo mundo que comencé a encontrar las respuestas.
Cuando pienso en por qué elegí el té, me gusta creer que es por su capacidad para ofrecer una experiencia sensorial única. Es algo más que una bebida: es una puerta hacia la historia, la cultura, y también hacia mí misma. Pero esa es la respuesta que daría hoy, después de años explorando este mundo tan fascinante. Si retrocedo en el tiempo, mi relación con el té comenzó de una manera muy distinta…
Siempre me he preguntado: ¿Qué tiene el té que me atrae tanto? Esta pregunta me ha acompañado por años y, aunque la respuesta ha evolucionado con el tiempo, nunca deja de sorprenderme. Al principio, no sabía bien qué responder. Quizás era la curiosidad, esa chispa inicial que me llevó a mirar el té con otros ojos. Pero con los años, me di cuenta de que lo que me conectaba profundamente con el té iba mucho más allá de sus sabores, propiedades o beneficios para la salud.
Lo que realmente me cautivó fue el entorno del té: vajillas delicadas, mantelería impecable, pastelería exquisita, y ese aire refinado que rodea la tradición británica del té. Siempre me ha fascinado esa sensación de cuidado y detalle que envuelve cada taza. Para mí, preparar té nunca fue solo una acción cotidiana, sino un ritual que invita a detenerse, disfrutar del momento y conectarse con algo más profundo.
El viaje hacia esta fascinante infusión comenzó con curiosidad y se transformó en una pasión profunda. En una oportunidad para sumergirse en un mundo de historias, aromas, sabores y texturas.
Y lo que empezó como una afición, con el tiempo se convirtió en una pasión. Me fue llevando de a poco por querer saber más acerca del té. Comencé, entonces, a leer sobre el tema, a tomar cursos y formaciones, a sumergirme en su historia. Cada paso en este camino me acercaba más a su esencia. De a poco, el té dejó de ser solo una bebida para convertirse en un camino de descubrimiento, una manera de viajar en el tiempo y el espacio, conociendo tradiciones, historias, ya las personas que las vivieron. Y así, este constante de descubrimiento que me ha llevado a aprender no solo sobre el té, sino también sobre mí misma.
Así nació Recuerdos de Té, un proyecto que refleja todo lo que el té significa para mí. A través de él, no solo comparto mi amor por esta bebida, sino que también me permite conocer historias, lugares, secretos, pero, sobre todo, personas apasionadas por el té que enriquecen mi camino. Personas fascinantes que tienen su propio recorrido en el mundo del té, con historias únicas y cautivadoras. Me fascina descubrir cómo el té se entrelaza con las vidas de quienes lo aprecian, creando recuerdos y conexiones imborrables.
El té es una forma de conexión, un hilo que me une con historias, con tradiciones, con anécdotas, con deseos, con viajes, con personas… con recuerdos.
Hoy, el té es mucho más que una bebida: es un compañero constante. Un hilo que une momentos, lugares y emociones. Me regala momentos de calma, encuentros significativos y un lazo con culturas y tradiciones que trascienden el tiempo. El té no solo es una bebida; es una experiencia que conecta a las personas y revela historias maravillosas.
Y a vos, ¿qué es lo que más te atrae del té? Tal vez es la búsqueda de bienestar, la diversidad de aromas y sabores, o quizás algo que aún no podés poner en palabras. Lo maravilloso del té es cómo se conecta con cada uno de manera única. ¿Cuál es tu historia con el té?